Powered By Blogger

domingo

“Padre nuestro” es nuestra canción

Texto: Anita Aquino
“El rey azúcar” sonaba en la grabadora de mi casa en la 4ª. Norte, transcurría el año 1998, los amigos entraban y salían a todas horas, lo mismo que el alcohol y las drogas, Paco y yo empezábamos a ser novios, después de algunos tropezones no sólo fuimos novios durante seis años, sino que nos casamos. “Padre nuestro” es nuestra canción, la que nos hace bailar abrazados a la hora o en el lugar en el que suene, aunque demasiado guapachoza para bailarla en la boda, sin embargo, la voz de Vicentico nos acompañó ese día: “Cuando te vi, quedé fuera de mí, y nunca regresé al hombre que yo fui… y aunque luché por no entregarme entero a tus embrujos, ya no soy nada y nada queda de mí, no soy nada, ya no existo, y ya nada me consuela, soy una nube que va a desaparecer…”
Diez años después de nuestra vida juntos, Los Fabulosos Cadillacs anunciaron su reencuentro, el corazón comenzó a latirme más fuerte, más rápido, “tengo que ir, estos rucos no volverán a juntarse”; cuando los boletos salieron a la venta le hablamos al Titino, se agotaron las entradas de la primera fecha y el Víctor se hizo güey, entonces recurrimos a Tábata, “hermana” de Paco, en chinga los consiguió, apenas era julio y el concierto sería en noviembre, como diría Oscar: “¡chingón de a madres!”
Al fin a Paco le dieron permiso de faltar un día al trabajo; yo también conseguí un día. Por cierto, a estas alturas ya tuvimos “pichi”, Emiliano tiene casi nueve meses y se quedará con la abuela Gisela.
Ya estamos en el D.F., llegamos con la hermana de Víctor, nos vamos a buscarlo a su departamento; salimos juntos a Bellas Artes, unas fotos y a caminar un chingo, el Titino no se decide por un restaurante, seguimos buscando; después de horas entramos a un lugar más jodido que los anteriores, pero el hambre ya no espera y los pies están mentando madres. De regreso en el depa esperamos a Moisés para irnos, su vuelo se retrasó, el metro tuvo un apagón y el taxista está perdido.
El boleto al concierto decía que el show empezaría a las nueve, apenas vamos de salida, caminamos al metro, hay que transbordar, yo ya estoy cansada, me duelen los pies, ya quiero llegar.
Llegamos al Foro Sol, hay que caminar de a madres, comienzo a escuchar a Vicentico, me lleva la chingada ¿cuántas canciones llevarán?, en lo que llegamos a nuestros lugares pasaron dos rolas del disco nuevo. Estamos parados hasta el frente, son asientos numerados pero no me quiero sentar, no sé ni qué canción está sonando, en un arranque de histeria y luego de maltratar a Paco tuve que dejar escapar unas cuantas lágrimas, de coraje, las de emoción son para después.
Fue hasta que comenzó “Padre nuestro” que empecé a disfrutar el concierto, ya más tranquila es hora de cantar: “cielo bonito devuelve mi alma, cielito yo te pido otra oportunidad, cielo no me hundas, no me desmorones, cielito no me dejes sin saber la verdad; me escapé de mi casa, me escapé de mi amor, pero nadie se escapa de tus manos Señor…” Víctor y Moisés ya se unieron a nosotros, es hora de ir por las chelas, está sonando “Siguiendo la luna”, le siguen “Demasiada presión”, “Satánico Dr. Cadillac”, “Calaveras y diablitos”, “El aguijón”, “Saco azul”, “El genio del dub”, “Carnaval toda la vida”, “Gitana”, entre las que recuerdo.
Al interpretar “Condenaditos” la pantalla muestra imágenes de “Toto” Rotblat, percusionista recientemente fallecido. Para cantar “Vasos vacíos”, Vicentico invitó a subir al escenario a Mimma Maura, el público la recibió muy bien y cantamos como si hubiera estado la mismísima Celia Cruz... ¡azúcar! Era cumpleaños de Rotman, como el público no logró ponerse de acuerdo entre las mañanitas y gritos, Vicentico pidió felicitarlo con aplausos.
Los Cadillacs se pararon al frente y se despidieron sin más. La gente no se movió de sus lugares; en las gradas donde estábamos nosotros, hicieron vibrar los cimientos, los “viejitos” volvieron a salir, esta vez lloré al escuchar “Basta de llamarme así”, me acuerdo de mi papá. Creo que fue con “Mal bicho” que el público enloqueció, aunque el lugar no se veía repleto ni sé calcular cuántos éramos, se que habíamos un chingo brincando y cantando, sobre todo cuando al final de la canción, Vicentico pidió “paz en el mundo”. Después de otras rolas, se volvieron a despedir, aunque el concierto había estado poca madre, yo quería más. Las luces del escenario no estaban apagadas, buena señal. Regresaron y Flavio cantó dos canciones, en la batería su hijo de 11 años… está cabrón el chavito.
De repente en la pantalla salieron unos changuitos, “vos sabés, cuánto te esperaba, cuánto te deseaba”, por supuesto nos emociona por Emiliano; le atinaron con los changos. Una de las últimas fue “Matador”, otra vez el Foro Sol a todo lo que da. El público empieza a corear ooooooohhh,oooooooohhh, los fabulosos tocan “Yo no me sentaría en tu mesa”, de pronto se callan, paran los instrumentos, todos están frente al escenario, dejan a sus fanáticos cantando… así termina el concierto, con un tributo mutuo, los Fabulosos agradecen al público… nosotros agradecemos a ellos por una noche llena de recuerdos.
El coro servirá para seguir cantando a la primera oportunidad, oooooohhhhh, oooooooohhhhh, en el micro de regreso a casa, que por cierto no nos cobró; en el taxi donde veníamos amontonados, y en el recuerdo que nos llevamos de esta experiencia, “nos vemos en seis años” fue la despedida de Vicentico, ojalá no sea tanto tiempo.

No hay comentarios: